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4 abril 2017 2 04 /04 /abril /2017 11:04
Rafael Núñez Huesca

ENTREVISTA AL HEREDERO DEL TRONO DE PORTUGAL

Su Alteza Real Dom Pedro José de Bragança e Bourbon Folque de Mendoça Rolim de Moura Barreto, Príncipe Real de Portugal, Duque de Loulé y Jefe de la Casa Real de Portugal (ramo constitucional), es el heredero legítimo al trono de Portugal y Gran Maestre de sus Órdenes Dinásticas, nació en Lisboa el 9 de Marzo de 1958. Cursó parte de sus estudios en los Estado Unidos y ha ejercido su actividad profesional en el sector petrolífero, a caballo entre Brasil, Angola y Nigeria. 

 

 

Don Pedro -Dom Pedro en portugués- es un hombre cordial, discreto y prudente, que no oculta su ilusión por ser el Rey de los portugueses después de más de cien años de república en el país hermano. Tiene claro que la decisión última la tendrá el pueblo, es por eso que pide unreferéndum para que sean los portugueses los que decidan: “la República debería permitir esa votación. El Congreso debe ser democrático y dejar que haya un plebiscito, como hubo en Brasil, que aunque allí la Monarquía no ganó, sí se produjo”. 

Sabe perfectamente que una consulta para cambiar el sistema de gobierno en Portugal no está a día de hoy en la agenda política del país: “los republicanos, que son mayoría en la Asamblea, no quieren votar el tipo de régimen”. Explica a La Gaceta que las dos líneas de sucesión al trono, la suya y la de su primo Don Duarte Pío de Braganza, reivindican un referéndum para que los portugueses elijan, aunque reconoce que el Partido Monárquico portugués es, a día de hoy, poco relevante y extraparlamentario. 

Respecto a la legitimidad de Don Duarte Pío de Braganza, Don Pedro se muestra escrupulosamente respetuoso. Se muestra convencido de que es su línea la que contaría con el beneplácito constitucional al haber nacido él en Portugal y Don Duarte en Suiza. En cualquier caso se muestra incluso partidario de que, también en este asunto, sea el pueblo el que escoja al candidato más adecuado. 

Un hombre comprometido 

“Nuestras raíces y nuestros valores”. Es una frase recurrente en el discurso de Don Pedro, y hace alusión a la cultura tradicional europea, “la más importante del mundo”, y a los valores que han hecho de la familia “la institución sobre la que se forjan nuestras sociedades”. Se lamenta, no obstante, de que muchos de estos principios, también los de tipo ético, están siendo ignorados por muchos gobiernos corruptos de Europa. Un problema que también se da en Portugal, “y es por eso que necesitamos, como en los partidos de fútbol, un árbitro, alguien al margen de los partidos políticos y que vele por los derechos del pueblo”. Un árbitro real, se sobreentiende. 

Ni oculta ni quiere ocultar que los valores a los que alude beben de unatradición cristiana, y tampoco ignora que dichos valores precisan de protección “frente a los radicalismos”. “Hemos de aceptar a las personas que vengan de fuera, pero también tenemos que tenerseguridad”. 
En este sentido le preocupa que la Unión Europea esté ofreciendo “más facilidades a los chinos o los paquistaníes, contra los que no tengo nada, que a los propios nacionales”.

(Don Pedro, antes de la entrevista con La Gaceta en un restaurante madrileño)

El papel de la Unión Europea y el problema del 'mercado abierto'

El heredero al trono portugués no niega la importancia del proyecto europeo, pero al mismo tiempo reivindica la soberanía de cada Estado: “Quizá el problema de la Unión Europea es que ha ido demasiado rápido y no dejaron que las personas y las empresas se pudieran defender contra el mercado abierto”. Explica que las empresas más grandes de Europa, normalmente en manos de los grandes países de Europa, han entrado en los mercados de algunos países europeos más pequeños colonizándolos económicamente.

El caso de su país resulta paradigmático. Sureño, pequeño y aún en crisis. ¿Cuál es el problema? Para Don Pedro, la deuda externa. Los portugueses deben mucho dinero. ¿La causa? Los políticos, dice, no entiende que hay que administrar el país como se administra un hogar. “Gastan dinero público en hacer grandes obras ignorando que son más importantes las personas que las autopistas”. 

Portugal como parte integrante de la Hispanidad

No se le escapa que, aún siendo España y Portugal dos países muy parecidos y teniendo tanto en común, hemos vivido tradicionalmente de espaldas. Por eso se esfuerza en señalar los numerosos aspectos comunes, empezando por la génesis misma de España: “Españoles y portugueses compartimos el mismo origen: Asturias”. Y a partir de ahí, serían las guerras las que dividieron un proyecto que nunca debió romperse. Es por eso que se felicita de que hoy ya no haya fronteras entre nuestros países y anima a los gobernantes a abundar en esa“hermandad ibérica” que, a ojos de Don Pedro, resultaríabeneficiosa en lo cultural, pero también en lo económico. “Nosotros tenemos podemos ser el gran puerto atlántico y España el mediterráneo, unidos nos complementamos y somos más fuertes”. 

'¿Iberista? Yo soy asturiano'


La “vocación americana” de ambas naciones sería igualmente un aspecto que precisaría de mayor atención, en lo cultural y en lo comercial: “Nosotros tenemos unas relaciones privilegiadas con Brasil, que es una potencia emergente”. Y España vuelca igualmente gran parte de su esfuerzo comercial en América. Unidos, explica, formaríamos una gran potencia. 
Así, preguntado directamente si se considera iberista, responde elevando la apuesta histórica y apelando al origen común ibérico: “Yo me considero asturiano”

Siendo así, y con tal vocación de sumar, no resulta extraño que le preocupen los problemas separatistas que desafían la unidad de su amada España: “España unida tiene más fuerza que fragmentada. Y lo mismo ocurre a nivel peninsular: Iberia unida es más fuerte”. Por eso, concluye, “dividir es siempre peor”.

Preguntado Don Pedro por un mensaje que trasladar a los españoles a través de La Gaceta, el heredero portugués no duda: nos anima a redescubrir al hermano peninsular y participar del boom turístico que está experimentando el país. “Siendo un país pequeño tenemos varios climas, tenemos playas, tenemos puertos, un importante patrimonio histórico y una gastronomía fabulosa”. Invita a los españoles a que conozcan su país que, de alguna manera, es también un poco el nuestro

Fonte: La Gaceta

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3 abril 2016 7 03 /04 /abril /2016 14:50
LA ANDECHA, INSTITUCIÓN FORAL CONSUETUDINARIA ASTURIANA DE APOYO MUTUO Y SOLIDARIDAD COMUNITARIA

Fonte: Círculo Tradicionalista Pedro Menéndez de Avilés

LA ANDECHA, INSTITUCIÓN FORAL CONSUETUDINARIA ASTURIANA DE APOYO MUTUO Y SOLIDARIDAD COMUNITARIA

La Andecha es un ejemplo típico de Institución foral del Derecho consuetudinario asturiano. Una de tantas instituciones genuinamente tradicionales que el Carlismo intentará conservar, recuperar y relanzar en todo su esplendor.

El término andecha deriva del vocablo latino indicere (anunciar) –se «llama a andecha»- y consiste en un trabajo personal, voluntario y gratuito que se ajusta al esquema de la reciprocidad equilibrada: «Hoy por ti, mañana por mí». La andecha se inscribe por ello dentro de los trabajos que el derecho laboral denomina amistosos, benévolos y de buena vecindad.

La mano de obra de la andecha es reclutada atendiendo a lazos familiares, de amistad o vecindad, para hacer frente a los habituales trabajos del ciclo agrícola que resultan más acuciantes y a aquellas tareas que son particularmente gravosas para las familias del pueblo que atraviesan circunstancias especiales como viudedad, enfermedad o similares. La andecha también se convoca para ayudar en el acarreo de materiales en la construcción o reparación de un edificio.

Desde el punto de vista jurídico, se puede definir la andecha como «la ayuda recíproca, voluntaria y gratuita que se prestan los vecinos de un pueblo o pueblos limítrofes para hacer frente a determinados trabajos que son acuciantes, resultan muy laboriosos o exceden las posibilidades de la familia campesina, a cuyo fin la casa beneficiaria convoca o «llama a andecha» a las casas vecinas para que envíen, según sus posibilidades, uno o más representantes».

En Asturias esta figura también recibe los nombres de andeicha, andeilga, andelga, endecha, endeicha y obreiriza.


Como ya hemos dicho líneas atrás, la andecha se ajusta al esquema de la reciprocidad equilibrada y sólo funciona en un contexto de igualdad socioeconómica.

La casa beneficiaria de la andecha está obligada, en la medida de sus posibilidades, a devolver el favor a quienes la ayudaron, así como a ofrecerles desayuno, comida, merienda o cena, dependiendo del horario de las labores que se desarrollen.

Tradicionalmente , la andecha estaba formada por una hilera de personas que debían seguir cierto orden en su avance, aunque, por rivalidad, alguna se apresurara para ser la primera en llegar al final de la heredad, una vez rematado el trabajo.

Esta persona, al terminar, levantaba sus últimas espigas y gritaba, manifestando así, ostentosa, su triunfo, que en ocasiones se recompensaba con la cuayada –leche cuajada servida en hojas de higuera-, y que también se daba a los demás.

Malhaya sea la cuayada
que comen los coyedores,
nin cantaron nin bailaron,
nin llenaron los
macones.

Hoy en día, la andecha está en franca decadencia, conservándose sólo en un restringido ámbito familiar, aunque se pretende recuperar en algunas zonas de Asturias de cara, sobre todo, al cultivo de la escanda.

En la actualidad, no obstante, se reivindica el espíritu cooperativo de la andecha como base esencial sobre la que se ha de levantar el campo asturiano: una andecha actualizada, con suficiente mecanización, que es lo que los modernos economistas denominan «agricultura de grupo».

El rasgo juridificador de la andecha viene determinado porque ninguno de los participantes en la misma, excepto sus beneficiarios, adquiere derecho alguno sobre los productos del trabajo en común.

Los beneficiarios de la andecha, en virtud del principio de reciprocidad, quedan obligados a devolver el favor cuando se les requiera para ello. En caso de no hacerlo, no reciben sanción jurídica, pero sí un reproche moral que implica su exclusión del circuito de la andecha.

Similar concepto existe en la cultura vasca, bajo el nombre de auzolan y en la valenciana, con el nombre de tornallom.

(Cuadro: De andecha, 1925, de Paulino Vicente)

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12 abril 2015 7 12 /04 /abril /2015 22:42
España y las Españas
España y las Españas

En algunas ocasiones emerge la cuestión de si, cuando decimos “España”, estamos diciendo lo mismo que en esas pocas ocasiones en las que seguimos recurriendo al viejo plural de “las Españas”. En ocasiones una palabra, polisémica, representa diversos significados; y otras veces un solo significado es representado por distintos vocablos, sinónimos.

El asunto tiene su enjundia, por no decir su gran interés. Sin sombra de duda, históricamente se ha dado un uso indistinto u oscilante de “España” y de “las Españas” para referirse a una y la misma realidad: la comunidad política que en un primer momento se identifica con el reino visigodo y que, con el decurso del tiempo, llegará a integrar territorios en ambos hemisferios (y que hoy está en estado latente). En ese sentido, si las crónicas llaman a Alfonso III de Asturias “Adefonsus Hispaniae rex” o “Hispaniae imperator” (rey/emperador de España), también se refieren a Sancho el Mayor de Navarra como “Sancius, Hispaniarum rex” (rey de las Españas).

Pero llega un momento en el que el término España, a partir de la edad moderna y más intensamente en la contemporánea, se vuelve polisémico. De manera que a partir de ahora sólo uno de los sentidos de la palabra “España” sigue siendo sinónimo estricto de “las Españas”.

Echemos la vista atrás: la invasión mahometana de España dio comienzo al período que conocemos como la reconquista. Como certeramente señala Sánchez Albornoz, el ideal de la recuperación de la unidad hispánica y visigótica perdida fue como la polar durante ese largo tiempo para todos los hispano-cristianos. Pero nos equivocaríamos de pleno si pensáramos que aquellos ocho siglos se limitaron a ser un prolongado paréntesis de esfuerzo agónico por revertir la injusta ocupación; si creyéramos que en aquel lapso el ideal hispánico no fue enriquecido o que permaneció “congelado”. Al contrario, las largas centurias de la reconquista fueron determinantemente fecundas: aportaron modulaciones que quedaron permanentemente incorporadas al ideal político hispano. Me limito aquí a señalar, entre ellas, la articulación de una comunidad política en su propia entraña multinacional,multicomunitaria y confederal. De hecho, si España ocupa en la historia un lugar excepcional entre las formas más perfectas de organización política ello se debe a que fue, en sí misma, una agrupación “internacional” (permítaseme el anacronismo), lo que dio pie a un orden político más universal y perfecto que el del Estado unitario y centralista. De modo genial y nunca después alcanzado por ninguna otra forma política, España integra enteros grupos humanos (desde el Franco-condado hasta los araucanos) no por vía de absorción sino por vía de finalización, de ordenación o, si se prefiere, de “coordinación”. Se entiende por qué, a partir de entonces, decir “España” entraña siempre significar “las Españas”, sin disyuntiva posible.

La tendencia racionalista de la modernidad operará en línea completamente contraria: la unión ha de operarse por homogeneización (lingüística, legal, pero también del “imaginario” colectivo). Ebrio de esas emanaciones europeas, el conde-duque de Olivares piensa ya –a la moda parisién– en una España una y homogénea, enemiga y alternativa de las plurales Españas.

Se aclara, pues, un malentendido. Decir “las Españas” nunca supone alternativa a decir “España”, salvo cuando por “España” se entienda ya una realidad abstracta y separada (por lo mismo necesariamente homogénea y unitaria), a la cual se venera al modo romántico, pero con la que no se tiene ya una relación de la parte con el todo, como sucede con la auténtica comunidad política.

Y al mismo tiempo se arroja luz sobre otro malentendido todavía más profundo y pernicioso: cuando unos y otros decimos “España”, podemos estar diciendo –de hecho estamos diciendo– cosas muy distintas. El no haber abordado el esclarecimiento de esta última confusión figura en el debe del pensamiento de tipo nacionalista español desde el siglo XIX, que ha incurrido en la ingenuidad de pensar que la mera invocación de “España” (del bien de España, de la salvación de España) bastaba para despertar una idea política compartida, cuando en realidad alimentaba latentemente esa confusión, si no directamente favorecía la implantación de una idea romántica, centralista y, desde 1812, liberal de España.

Quien establezca oposición entre “España” y “las Españas”, demonizando una u otra de esas formas igualmente legítimas, con seguridad va contra nuestra historia y, probablemente, evidencia una concepción ideológica y reductora de nuestra patria.


El brigante

fonte: Blog El Brigante

http://www.elbrigante.com/2013/04/espana-y-las-espanas.html

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22 marzo 2015 7 22 /03 /marzo /2015 12:52
Regionalismo y separatismo

Escrito por Juan Vázquez de Mella

A propósito del movimiento de Solidaridad que se difunde cada vez más por todas las regiones y empieza a resonar con acentos vibrantes en Valencia y en Galicia, y la de las justas protestas con que Vizcaya se yergue contra el bárbaro centralismo que adula a la muchedumbre obrera, arrojada por obra de la economía liberal en el mercado de la concurrencia, mientras, por otro lado, atenta contra su riqueza y su industria no repuesta de la crisis reciente, algunos periódicos vuelven a hablar del regionalismo con esa frivolidad que parece característica de la que llaman gran prensa.

Todos los que escriben contra el sistema tienen una particularidad: la de inventar otro regionalismo para poder combatir el verdadero.

Es lo que hacen los impíos con la Iglesia: inventan un catolicismo que es una colección de herejías, y le atacan con furia, haciendo creer a la multitud estulta que el desfigurado y auténtico son una misma doctrina.

Confunden, por ignorancia o por hipocresía, el regionalismo con el separatismo, y sacan a reducir estos supremos recursos retóricos, que en labios de los liberales son dos sarcasmos: la unidad nacional y la integridad de la Patria.

La unidad nacional en España la formaron la Iglesia y la Monarquía tradicional, que representan las dos grandes unidades, interna y externa, que han originado, sin amasarlas ni confundirlas, la federación de las regiones que constituyen la patria común.

La unidad nacional estaba fundada sobre la unidad de creencias, que producía la de los sentimientos, costumbres y aspiraciones fundamentales, dejando ancho cauce a una opulenta variedad que se desarrollaba sobre ellas como una vegetación espléndida.

¿Y que hicieron con esa unidad los centralistas del liberalismo? El absolutismo de Gabinete, la oligarquía parlamentaria, rompió la unidad de creencias, separó a los españoles por abismos de ideas contradictorias y por ríos de odio. Separó lo que estaba unido. Estableció el divorcio donde brillaba la unión indisoluble.

Pero, en cambio, mientras se rompía todo el vínculo religioso y moral, se apretaba con cadenas y grilletes a todas las personas colectivas sujetándolas con cadenas administrativas y económicas al carro del Estado omnipotente.

Centralización administrativa, centralización económica, centralización militar, centralización docente, centralización legislativa, y, como expresión de todas las tiranías, una burocracia que tiene por cabeza a unas tertulias de sultanes que nos gobiernan a la otomana...

La universidad y la escuela, dilataciones de la familia, y que en la patria potestad, delegada para la enseñanza en el maestro, tienen su origen, dependen de cualquier Jimeno que los mismo propaga los microbios de Ferrán por los pueblos, que el bacilo laico en los hogares. La constitución de la familia, anterior a la existencia del Estado nacional que depende de ella, y no ella del Estado, queda entregada al arbitrio de cualquier Romanones, que puede hollar el derecho natural y el canónico y hasta el civil que establece el Código, en el preámbulo de una circular modelo de estulticia progresista.

El municipio, la provincia y la región, no se pueden administrar ni regir en su vida interior sin imposiciones extrañas, sino que dependen de cualquier Poncio amovible a voluntad de un Ministro de la Gobernación; y el capital y la industria y la paz social de las ciudades más florecientes de España dependen de la impertinencias de un Dávila, el hombre en cuya cabeza las ideas, si llegan a penetrar, mueren como los pájaros en la máquina neumática por falta de oxígeno.

¡Esa unidad de caciquismo, expedientes y engrudo es la unidad nacional que nos han dejado los liberales!

Ese Estado que tiene la unidad de sus atribuciones robadas a la sociedad y a la Iglesia es la potestad civil de que hablan a todas horas nuestros anticlericales, la que hay que levantar contra la doble jerarquía eclesiástica y su vértice supremo el Pontificado, para que caiga como inmenso mandoble sobre las creencias cristianas, porque es ya lo único que le queda por aplastar.

¿Y la integridad de la Patria? Las Cortes de Bayona de Pepe Botella iniciaron el movimiento separatista con absurdos e inoportunos proyectos. Lo confirmaron las Cortes de Cádiz, llegando a propagarle con una especie de proclama en que se hablaba de la tiranía secular de España sobre pueblos a que había dado con monumentos legislativos toda la civilización que tenían; se completó con la obra de las logias, que prepararon los trece pronunciamientos que estallaron desde el 14 al 20, en relación con los movimientos filibusteros a que puso coronamiento la traición de Riego en Cabezas de San Juan, obligando a disolverse un ejército de treinta mil hombres preparado con grandes sacrificios para el embarque.

Se salvaron los principios liberales y se perdieron las colonias.

El Tratado de París ha sido el epitafio de la integridad de la Patria.

Y ¿qué eran Rizal, Aguinaldo, Máximo Gómez, Maceo y Quintín Banderas y los hombres del gabinetillo autonomista y sus congéneres, que vuelven a ensangrentar la Manigua?

¿Reaccionarios? ¿Tradicionalistas? Todos eran liberales, y laicistas, y francmasones, apuntados con tres puntos en los registros de Morayta y en los de Filadelfia.

Los liberales españoles no tienen derecho a hablar de la unidad nacional, que han disuelto, ni de la integridad de la Patria, que han mutilado.

Y esto debiera abrir los ojos a muchos que parece que tienen miedo a la luz, para ver que en España no hay mas separatistas que los partidos liberales.

El Estado monstruo que han fabricado con tantas rapiñas, es la enorme cuña que ha partido el territorio nacional, y ha escindido la unidad que antes imperaba, más por el amor que por la fuerza, en las regiones congregadas por la obra de los siglos en torno del mismo hogar.

Y mientras no arranquemos esa cuña, no habrá unidad nacional ni Patria española, sino un rebaño de siervos dirigidos por el látigo de los tiranuelos parlamentarios y las plumas de los rotativos.

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