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12 junio 2016 7 12 /06 /junio /2016 09:55
Nadie va  a arreglar la Educación

Nadie va a arreglar la Educación. No lo piensen. No lo sueñen. Está todo muy bien pensado. El deteriorio programado funciona así. Se deciden las cosas hace treinta o cuarenta años, se genera el caos y la degradación de forma sostenida durante esas décadas, y ya lo tenemos, la debacle, no es magia. Ya ésta: la Educación destruida. España ha destruído su sistema educativo siguiendo instrucciones muy precisas. La superioridad lo ha decretado, y punto. Y destruir se nos da bien.


La Educación en tiempos de Franco, a partir de 1965, era demasiado buena. En los Institutos se preparó a miles de hijos de obreros y campesinos que pudieron inundar la universidad, comprar y leer libros y prensa, pensar críticamente, optar por una superación del Régimen. Era una enseñanza demasiado buena, no se podía consentir. Fue un logro de la Dictadura, y los logros dictatoriales, incluso los positivos, había que destruirlos. Aquel bachillerato exigente, aquellas cátedras de enseñanza media, aquel nivel de conocimientos de unos adolescentes que, aun con acné y hormonas revueltas, parecían ya adultos en su forma de hablar y de vestir... Eso no podía ser. ¿Cómo íbamos a ser “europeos”? ¿Cómo íbamos a ser capitalistas? Era preciso vestir a los mozos como a los raperos negros del Bronx. Era preciso engancharlos a maquinitas. Era preciso embrutecerlos con aquello de “aprender a aprender”. Era necesario caer bajo la nueva dictablanda de Orientadores, Psicopedagogos, Científicos de la Educación, “dinamizadores de aula” y “nuevas tecnologías” de la información y la comunicación. Era preciso obligar a la clase media y trabajadora a pagarse colegios privados y academias porque en la escuela pública ya “no se enseña”. No se enseña porque a veces los profesores ponen tres películas seguidas en la misma mañana, cuando no los llevan al aula de ordenadores “a tenerlos entretenidos”. El maestro tiene que aprobar de forma masiva e indiscriminada, pues se ve sólo ante el peligro de vérselas con inspectores, directores, padres, niños groseros, querulantes y reclamantes. Hay que “promocionar por imperativo legal” al que suspende seis o siete asignaturas, cuando ya no puede repetir. Ya no se enseña porque hay que “integrar”. “Integrar” significa meter en clase a gamberros, inadaptados, obstructores y objetores de la enseñanza, gentes menores de edad que, además de su gran contribución, no dejar dar ni recibir clase, cobran un sueldo (ellos o sus familias) sin que el mismo esté condicionado a unos buenos resultados en las notas o una mejora de la conducta. Muchas “etnias” viven ya de estos sueldos a fondo perdido, condicionados únicamente a no sobrepasarse en cuanto al absentismo y a estar formalmente matriculados. No se les pide más para cobrar. Dos o tres “integrados” de éstos, y el ambiente de trabajo en las clases se puede considerar ya venido abajo.

Nadie, ninguno de los charlatanes que nos pide el voto, habla de esto. Nadie nos querrá contar la verdad. La verdad es que, especialmente desde la LOGSE, así como desde la “transferencia de competencias en educación” a las 17 taifas, la educación estatal se ha derrumbado, y con ella, la más mínima posibilidad de recuperación nacional. Llevo años diciéndolo en las webs: vamos al tercer mundo de cabeza, la LOGSE, y sus retoños, fueron desastres. La Pedagogía impuesta oficialmente debería ser juzgada por crímen de lesa humanidad, y las palabras “competencias”, “estándares”, “indicadores”, etc. proscritas bajo penas de cárcel o fuertes sanciones económicas. Además, habría que reciclar a casi todos los “formadores de formadores” (a J.A. Marina, especialmente) entregándoles un pico y una pala, para que así contribuyan a la sociedad.
Esto no se salva sin voluntad de sacrificio, entrega, mérito, selección, respeto, autoridad, lealtad, obedicencia. Los únicos valores que vertebraron la educación del hombre europeo, ahora están proscritos. La salvación, sin embargo, sólo la encuentro, volviendo a ellos.

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