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28 marzo 2016 1 28 /03 /marzo /2016 09:11
 Los antiguos Reinos de España y las actuales Regiones Históricas.

Los antiguos Reinos de España y las actuales Regiones Históricas.

Primera parte:

fonte orixinal: Traditio Europa

España, como todo el mundo sabe o debe saber, no es un concepto metafísico, ni místico ni mesiánico. Es simplemente un territorio más de los que constituyen Europa, claramente delimitado por su carácter peninsular y habitado por varios pueblos que tienen cada uno su propia historia y sus características singulares. En este ensayo lo vamos a contemplar así sin otras connotaciones. Y este territorio, que formó una unidad política bajo la Monarquía Visigoda, aparece en la historia posterior a la irrupción musulmana políticamente distribuido (y evitamos la expresión "dividido") en varios estados con el título de reinos u otras denominaciones nobiliarias que corresponden secularmente a los títulos de la Monarquía Hispánica y que en nuestros días son el equivalente a lo que denominamos "Regiones históricas".

Pero ¿qué significa exactamente la palabra "región"? Entre las varias acepciones semánticas que derivan etimológicamente de la palabra latina "regio-regionis", escogemos aquella que mejor de adapta a nuestro propósito: Circunscripción territorial delimitada bien por accidentes geográficos, bien por convenciones económico-administrativas o bien por el resultado del devenir histórico de acuerdo con el Derecho Político. Obviamente una región puede reunir dos de estas cualidades o incluso las tres. Pero con que posea una sola, ya constituye una entidad con una personalidad colectiva diferenciada. En el caso de España, todas sus regiones son históricas porque han sido producto de un acontecer histórico, pero también casi todas ellas reúnen características geográficas singulares y alguna la cualidad político-jurídica que ha adquirido por la aplicación de un criterio económico-administrativo.

Antes de adentrarnos en la cuestión de cuales fueron los reinos que dan origen y justificación a nuestras regiones históricas, es necesario dejar bien claro que nos vamos a referir a ellas solamente desde ese punto de vista, es decir del de la Historia y no desde otra interesante perspectiva que es el de la Etnología. La razón que nos mueve para tratar este tema así es muy evidente. Lo que la Historia ha dejado escrito en el mapa no es objeto de interpretaciones, es un hecho del pasado que queda marcado de forma irreversible, nos guste o no su resultado. Pero la cuestión étnica es algo tan complejo y discutible, no siendo la Etnología una ciencia exacta, que ni siquiera los más afamados especialistas se ponen de acuerdo, produciéndose controversias y discusiones que llevan hasta extremos muy poco científicos con descalificaciones y enfrentamientos personales. Sentado, pues, este principio, reseñamos a continuación cuales son esos reinos históricos de acuerdo a la citada titulación de la Monarquía Española y que, por razones metodológicas, hemos agrupado en ámbitos geográficos según los puntos cardinales.

Pero antes hay que dejar bien sentado que nuestras regiones tienen todas, de hecho, su origen en la llamada Reconquista aunque algunas de ellas ya tuvieran entidad política desde la época de los reinos germánicos (caso del Galliciense Regnum de la dinastía sueva) o conciencia identitaria desde la Antigüedad (caso de los astures y los vascones). Es, pues, la epopeya secular de esa Reconquista, que no era en un principio otra cosa que el intento de restablecer la antigua unidad da la Monarquía Visigoda, la que ha constituido la realidad histórica de nuestros reinos, base de nuestra regiones, las cuales se han configurado durante siglos y han llegado inalteradas hasta nuestros días, siendo así la base vertebradora de nuestra organización política.

Tales son indiscutiblemente las reinos históricos de España tal como aparecen en la extensa titulación de la Monarquía y que permanecieron así desde 1492 (toma de Granada) hasta la reforma de 1833 y aun con las irregularidades de esa reforma, continuaron legalmente vigentes hasta la Constitución de 1978.

Notas.-

1) El curioso plural de Asturias, que pasa desapercibido para casi todos los españoles, se debe a la subdivisión del territorio en las Asturias de Oviedo al Oeste y las Asturias de Santillana (por nombre más antiguo Cantabria) al Oriente. El título actual de Principado viene del rey Juan II de Castilla que lo creó en 1388 para el heredero de la Corona.

2) El título de Reino para Guipúzcoa, que extrañará a muchos, le fue otorgado por Enrique IV de Castilla.

3) Conócese con el nombre de Andalucía el conjunto de los reinos de Córdoba, Jaén y Sevilla conquistados por el rey Fernando III el Santo. Frente a ciertos sectores que de forma anacrónica y sectaria pretender recrear el antiguo Al-Ándalus musulmán, se han alzado, con mejor intención que acierto, otros sectores que sostienen que Andalucía no existe y que es un invento del cripto-musulmán Blas Infante. Ambos sectores están equivocados. La Andalucía actual nada tiene que ver ya con Al-Ándalus medieval y es el fruto de una reconquista y repoblación íntegramente cristiana, pero a su vez el nombre de Andalucía y su propio concepto no es ningún invento, pues ya se denominó así desde la misma época de su integración en la Corona de Castilla, reconociendo su identidad geográfica y política.

Los "Reynos del Andaluzía" como se denominaban en el siglo XIII los tres nuevos estados citados arriba, gozaron ya de personalidad jurídica y administrativa como un todo. Así en 1255 se cita al "Notario del rey en Andalucía". Muy poco más tarde aparece el título de "Adelantado Mayor de Andalucía" y en 1466, Pedro Girón, Maestre de Calatrava, es "Virrey de Andalucía", con todo lo cual queda probado que Andalucía es una región histórica con solera..

4 y 4 bis) Los Reinos de Algeciras y Gibraltar recibieron tal título al haber sido reconquistados muchos años después que el resto de Andalucía. Son títulos honoríficos que enriquecen la titulación de los monarcas españoles, pero no constituyen a nuestro entender regiones históricas propiamente dichas.

5) El Condado de Barcelona, que se encuentra entre los títulos reales, corresponde de hecho a toda la región histórica de Cataluña, pues el conde de Barcelona, mucho antes de su unión dinástica con Aragón, actuaba como un verdadero soberano a quien rendían vasallaje todos los demás condados catalanes. El nombre más apropiado desde el punto de vista institucional, es el de Principado de Cataluña, creado en 1214 por las Cortes Catalanas como división administrativa de la Corona de Aragón.

6) El Reino de Mallorca es el título que comprende a las Islas Baleares, que tuvieron varios reyes privativos hasta su integración en la Corona de Aragón, haciendo la observación de que las Islas Pitiusas (Ibiza y Formentera) fueron durante muchos años un Señorío vasallo de los reyes de Mallorca y posteriormente al igual que Mallorca y Menorca, de la Corona de Aragón.

7) El Reino de los Algarbes ha sido considerado de manera tradicional como una entidad histórica "de iure" aunque "de facto" no tuviera nunca instituciones propias distintas del Reino de Portugal.

8) En el Reino de León, la actual Extremadura era una extensión de la provincia medieval de Salamanca que llegó hasta el siglo XVII, salvo Trujillo y Plasencia que pertenecían al Reino de Castilla. Adquirió el rango de "Provincia" con voto en Cortes, separada ya tanto de León como de Castilla, cuando en 1643, las citadas ciudades de Trujillo y Plasencia, junto con las de Badajoz, Mérida, Cáceres y Alcántara, entre otras, compraron ese derecho a Felipe IV.

9) El Reino de Toledo es un título creado en 1085 por el monarca Alfonso VI al reconquistar la antigua taifa musulmana al sur de la Extremadura castellana. Esta región histórica está perfectamente señalada en toda la cartografía antigua con ese nombre, hasta que en mapas más modernos aparece con el nombre de Castilla la Nueva, pero no hemos logrado saber por qué razones y en qué momento se empezó a llamarla así. Por otra parte, la gran región natural de La Mancha, tradicionalmente incluida en el reino de Toledo, adquirió la categoría de "Provincia" en 1691 por Real Decreto de Carlos II, quedando separada del citado reino.

10) Otro título utilizado por la Corona de las Españas es el de Señores de Molina, región histórica de pequeña extensión pero que no es, en rigor, ni castellana ni aragonesa. Como dato anecdótico de que el título sigue vigente, citaremos el hecho de que Juan Carlos I fue a tomar posesión oficial del Señorío el 20 de Abril de 1978.

11) Con el nombre de Islas y Tierra Firme de la Mar Océana se conocieron todas las posesiones de la Corona de Castilla en el llamado "Nuevo Mundo" o "Indias Occidentales".

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21 junio 2015 7 21 /06 /junio /2015 08:41
Reconquista o Esclavitud
Reconquista o Esclavitud

Es un hecho comprobado que la España mora, al-Andalus, fue una sociedad esclavista. Su modo de producción se acercaba, en muchos aspectos, al de un “capitalismo”, capitalismo esclavista, muy desarrolado en comparación con las rudimentarias estructuras agropecuarias de los reinos cristianos. Al-Andalus era urbano, Asturias era rural. En al-Andalus había cecas, esto es se acuñaba moneda, y la moneda circulaba, en el Reino de los Astures no. Córdoba, Toledo, Sevilla, y muchas otras ciudades moras eran, de verdad, capitales con entidad urbana. Oviedo, en cambio, era solamente un sueño, una pretensión: ser la nueva Toledo. Pero al-Andalus, tan rica y avanzada, era una sociedad enferma. Había heredado las miserias del esclavismo romano y visigodo, y además, las había incrementado de manera notable. Se instituyó la pederastia, la poligamia, el harén, el negocio de la trata de seres humanos, incluyendo sementales y eunucos. Los musulmanes crearon un Estado dominado por grupos extranjeros que ejercieron una verdadera opresión sobre la población hispano-romana. Los islámicos crearon un sistema tributario opresivo sobre la población nativa, y el afán de riquezas y de esclavas y esclavos sexuales fue el verdadero motor de su conquista y dominación sobre los pueblos de Hispania. De no alzarse Pelayo y los astures y cántabros, junto con una minoría goda, es seguro que esta Península, la más “occidental” de Europa, sería, –ahora mismo- la región más “oriental” de nuestro continente.

La esclavitud vergonzosa y deplorable que los cristianos de la edad moderna ejercieron sobre los negros, llevándoselos a las Indias, estuvo precedida por una esclavitud no tan conocida ni lamentada. En el islam se llevó a cabo una intensa actividad de esclavitud de blancos europeos (cristianos y paganos), tráfico y explotación que se dio a partir del siglo VIII y no cesó hasta bien entrado el siglo XVIII. Los judíos, en puntos estratégicos como Barcelona, proporcionaban a los islamistas esa “carne humana” en abundancia. A todos los esclavos europeos de los islamitas se les llamó “eslavos” por ser de esta etnia los más abundantes (al-saqaliba, al-jurs). Eran centroeuropeos, nórdicos, germanos o eslavos, que eran traídos en cuerdas hasta la España emiral o califal, y vendidos en subasta pública para destinarlos a los harenes, a los ejércitos, al servicio, a la administración, al placer. Por su gran semejanza física con ellos, los habitantes de las zonas norteñas rebeldes a Córdoban, astur, galaica, vascona, cántabros, etc. también eran llamados “eslavos”, y no debían ser pocos, dadas las frecuentes aceifas de los musulmanes en tierras del norte. Este dato que reflejan las crónicas da a entender que la presencia física de nuestros antepasados del norte era todavía muy distinta a la presencia de los habitantes del sur y del levante de España, y mucho más parecida a la de los centro y nordeuropeos, pues los andalusíes entonces metían a todos los esclavos blancos en un mismo saco. Ahora, las diferencias entre los españoles se han reducido mucho y somos todos mucho más semejantes en las diversas regiones.

En las ciudades andaluzas se llegaron a formar barrios formados por esclavos y descendientes de esclavos procedentes de Galicia (Yilliqiya), Asturias (Asturis) y Navarra (Al-Busquns) (vide: Ahmed Tahiri, Las clases populares en al-Andalus, Editorial Sarriá, Málaga, 2003; p. 48). Los judíos bajo el islam dieron a al-Andalus importantes capitalistas financieros y comerciales. Los empresarios judíos, después de haber aboerto las puertas de Hispania a los invasores moros, comerciaron con personas blancas –peninsulares o ultrapirenaicas- en sus dos modalidades, como eunucos y sementales.

Los Reinos y condados cristianos del norte lucharon, al principio, por su mera supervivencia. Vivir en libertad, no caer en cautiverio, librarse de tributos onerosos, esas debieron ser las iniciales motivaciones de la lucha armada de los nuestros para no caer, una vez más, en una nueva opresión. Si opresivo fue el Reino Godo, mucho más iba a serlo el dominio islamista en Emirato y el Califato. El poder moro fue una continuación –en cierto modo- de aquellos modos económicos de dominación anteriores, pero con el agravante de representar una completa alteridad cultural y religiosa. Los “moros” de al-Andalus eran, en realidad, un mosaico étnico, de imposible fusión, con una pésima convivencia de sus gentes (bereber, muladí, baladí o árabe, judía, mozárabe, negra). Sólo por la dominación –siempre discutida- de una minoría árabe, se dio coherencia a tal barahúnda política. Los opresores romanos y godos de orígen –terratenientes, senadores, nobleza goda- pronto se islamizaron para seguir explotando a su pueblo en compañía de los extranjeros dominantes desde 711. En cambio, la España nórdica, cristiana o no, peleaba y repobabla buscando espacios de libertad. De los primitivos concilios astures brotarían las Cortes de León, primera monarquía “parlamentaria” de Europa. De la política de repoblación astur, brotarían los concejos libres y los labriegos guerreros de Castilla y León. La Reconquista fue mucho más que una aventura de reyes y magnates. Fue una empresa popular desde los inicios, una lucha denodada por evitar caer en la esclavitud.

Publicado por Carlos X. en 18:40

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19 abril 2015 7 19 /04 /abril /2015 08:00

Torpedo a la historia medieval de España

Joaquín Cuevas Aller

escritor18/04/2015

http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/torpedo-historia-medieval-espana_972338.html

El año 2010, con motivo de la conmemoración del 1.100º Aniversario de la Fundación del Reino de León, la Junta colaboró poniendo carteles por la ciudad de León. Destacaba uno especialmente por su gran tamaño. Estaba situado en la plaza de Santo Martino, al lado de San Isidoro. Este cartel tuvo que ser visto por docenas de miles de leoneses y miles de turistas españoles y extranjeros. En los carteles se podía leer «1.100º Aniversario de la Fundación del Reino de León bajo la Corona de Castilla». Esta frase, aparentemente inocua, es como el lanzamiento de un torpedo a la línea de flotación de toda la historia medieval española, destruyéndola por completo. Si el Reino de León estaba bajo la Corona de Castilla es evidente que Castilla era un reino muy superior, un reino de reinos, un imperio compuesto de varios reinos.

El Reino de León, fundado el año 910, era la continuación del Reino de Oviedo. Al trasladar la capital de Oviedo a León, el reino cambió de nombre y pasó de llamarse Reino de Oviedo a Reino de León. El último rey de Oviedo fue Alfonso III el Magno y el primer rey de León fue García I, hijo primogénito de Alfonso III. Es lógico que si el Reino de León fue fundado bajo la soberanía de Castilla, el Reino de Oviedo, lógicamente, tuvo que estar también bajo la soberanía de Castilla. Si el Reino de León, antes llamado de Oviedo, estaba bajo la soberanía de Castilla, la historia medieval de España cambiaría por completo. Sería evidente que fue Castilla quien habría reconquistado Asturias, Galicia y León. Más increíble todavía, la Reconquista no habría comenzado en Asturias, sino en Castilla. Aún más, toda la documentación medieval existente, considerada auténtica por la totalidad de los historiadores sería pura leyenda. Es decir la Crónica Alfonsina de Alfonso III el Magno y la Crónica de Sampiro, entre otros documentos, serían pura basura. La continuidad de la Historia de España, enlazando la historia de los visigodos con Asturias y León sería pura fantasía.

Surgen varias preguntas. ¿Qué documentos tiene la Junta para afirmar lo que dice? ¿Quién fundó el eino o Imperio de Castilla y cuándo? ¿Qué territorio comprendía concretamente el año 910? ¿Quiénes fueron sus reyes? ¿Cuál era la capital? ¿Cuál era el territorio del Reino de León? La Junta, que fue la autora del cartel, debe dar cumplida respuesta a estas preguntas.

Si la Junta es capaz de contestar a estas simples preguntas, si es capaz de demostrar que el Reino de León fue fundado bajo la Corona de Castilla, no tengo la menor duda de que será merecedora de recibir el Premio Nobel. Si no responde a estas preguntas habría que decirle lo siguiente: sois los responsables de una afirmación que destruye por completo los cimientos de la historia medieval de España. En vuestra afirmación habéis ido mucho más lejos que las propias leyendas castellanas. Éstas reconocieron la existencia del Reino de León, reconocieron la superioridad de León sobre Castilla. Las leyendas castellanas consideraban al Reino de León como el mayor enemigo de Castilla, más que al enemigo musulmán invasor. Mientras Castilla fue un Condado perteneciente al Reino de León nunca aceptaron las leyes leonesas del Fuero Juzgo. Incluso, cuando Castilla consiguió la independencia de León, no se regían por las leyes leonesas, sino por leyes ancestrales prerromanas.

Ni siquiera el más falsario de todos los historiadores españoles, Rodrigo Jiménez de Rada, llegó tan lejos en sus afirmaciones. Ignoró al Reino de León como si nunca hubiera existido. Para don Rodrigo todo era Castilla menos Navarra, su patria chica.

Desde la creación de la autonomía de Castilla y León, sus dirigentes se han dedicado a desafiar la Historia de España. Para ello, no han dudado en castellanizar todo aquello referente a León. En algunos casos, dicen que el Reino de León es un invento de unos leonesistas. Niegan la Historia y la identidad del Reino de León. En otros, como en este caso, dicen que el Reino de León no era más que un simple apéndice de la Corona de Castilla. Para la Junta, León ni existió ni existe. Esto está ocasionando a León graves consecuencias de identidad y sociales.

En la provincia de Lérida hay nueve iglesias románicas que han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad. No entro a discutir la calidad artística de esas iglesias, considero que si han merecido ese título es porque se lo merecen. Sin embargo, los expertos en Arte Románico, en su mayoría o en su totalidad, consideran que el monumento de Arte Románico más importante de España es San Isidoro de León. Sin embargo, San Isidoro no es Patrimonio de la Humanidad, ¿por qué? ¿cuál es la explicación? ¿la Junta no tiene nada que decir?

Otro caso igualmente inexplicable. Según los expertos, la Catedral de León es la catedral más perfecta del Arte Gótico de España. Sus vidrieras son consideradas las mejores del mundo. El 28 de agosto de 1844 fue declarada monumento nacional. Este título fue confirmado el 24 de septiembre de 1845 por Real Decreto. Fe el primer monumento que recibió ese título en España. Sin embargo tampoco es Patrimonio de la Humanidad. ¿por qué? ¿cuál es la causa? ¿la Junta no tiene nada que decir? Estas son pruebas de que para la Junta, León no existe.

No sé que es más obsceno si la infame mentira inventada por la Junta o el silencio sepulcral de los historiadores y políticos leoneses. Ninguno ha levantado la voz para protestar contra la diabólica mentira. Lo mismo se puede decir de los historiadores del resto de España Los políticos son elegidos para servir al pueblo. Aquellos que no valen para servir no valen para mandar. Parece que los leoneses no tenemos derecho ni a existir salvo que pidamos perdón por ser leoneses y no sentirnos castellanos.

Castilla no necesita mentiras para demostrar su grandeza, al contrario, la mentira no solamente no la ayuda, sino que podría desprestigiar su honor. Y mucho menos mentiras que desacreditan al Reino de León. La mentira acaba siempre ocasionando problemas. En la autonomía de Castilla y León estamos gobernados por personas carentes de valores y de principios. Sólo personas carentes de valores y principios pueden mentir de esa manera tan infame.

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15 abril 2015 3 15 /04 /abril /2015 17:07
La Junta Asturiana

La Junta Asturiana. Entre las Juntas norteñas, la Junta General del Principado no contaba con menos atribuciones que sus homólogas vasco-navarras. Surgida, si no antes, en el mismo momento en que se creó la institución del Principado de Asturias, en una maniobra por parte del rey castellano don Juan de apoderarse de este dominio cuya nobleza era por entonces abiertamente separatista, la Junta General del Principado bien pudo haber sido la sucesora directa de la Asamblea o Concilio que el propio país ástur tuviera desde los tiempos en que fue reino independiente, o territorio autónomo dentro de la monarquía sucesora, la del reino de León, al extenderse más hacia el sur, hacia la Meseta, sus dominios y quedar trasladada la Corte Regia de Oviedo a León. Con todo, y especulaciones a parte, es a partir de 1388 el momento en que la Junta General aparece como “Constitución” del país ástur, en palabras de sus más insignes comentaristas (Xovellanos, Caveda y Nava), y “hermanamiento de todos los concejos del Principado” [J. Caveda y Nava, y otros, 1989 ; F. Tuero Bertrand, 1978] . La amplitud de sus competencias fue viéndose mermada, desde un periodo de esplendor en tiempo de los Reyes Católicos, con la creación de las Audiencias en tiempos borbónicos y otros cargos de cuño centralista. Merece que recordemos esta Institución asturiana, tan solo recuperada en el nombre, con la proclamación de la autonomía del Principado de Asturias en 1981, por su papel destacado en la insurrección de 1808 contra el invasor francés. De todas las Juntas “provinciales” o “revolucionarias” que se alzaron en el Reino de España para oponerse a los ejércitos y planes de Napoleón, a raíz de los acontecimientos de Madrid en el mes de mayo, consta que fue la Junta del Principado la primera en alzarse en armas y declarar la guerra. Para ello, y en aparente contradicción con su autoproclamado carácter “revolucionario”, hemos de recordar que dicha Junta asturiana era su institución tradicional y reclamó su más ancestral e inveterada soberanía en alusión a que, estando vacante el trono del Rey de España, por la usurpación tramada por el Emperador, la soberanía absoluta de Asturias recaía, en tales graves circunstancias, en el órgano representativo tradicional de ese país. En tal sentido, la Junta –al mismo tiempo revolucionaria y tradicional- envió embajadores a Inglaterra, declara a Napoleón la guerra –en calidad de soberana- y sin contar con los insurrectos de Madrid o de ninguna otra parte y envía agentes a las provincias cercanas para instigar en ellas la rebelión, creándose de inmediato un ejército a expensas de la propia Junta.

En palabras de Don Miguel de la Villa, uno de los historiadores de la Junta General del Principado, escritas éstas en 1909:

“Apenas se supo en Oviedo en 9 de Mayo los sangrientos sucesos del día 2, ocurridos en Madrid, cuando la Junta reunida en aquella ocasión en la Sala Capitular de la Catedral, oyendo el grito de entusiasmo de la ciudad entera, declara la guerra á Napoleón, por sí misma, y envía Embajadores á Inglaterra, firma la paz con aquella potencia y negocia un tratado de alianza entre el Reino unido y el Principado asturiano. Decreta en uso de su soberanía el levantamiento de un ejército, que en breve sale á campaña, no sin que antes envíe la Junta individuos de su seno á sublevar las provincias colindantes, auxiliándolas con armas y dinero.

Ocurren los sucesos del día 25 y el 28, ratifícanse los acuerdos tomados, se nombraron un Capitán general y varios tenientes generales y gobernadores militares, Ministros de Hacienda, Gracia y Justicia, Estado y Guerra, y durante algún tiempo fue Asturias completamente independiente del resto de España [énfasis nuestro], pero lejos de ser funesta a la Patria española, la fué tan útil, que de allí de donde ya había salido triunfante la libertad en la reconquista de la España visigoda, del mismo lugar salió el grito que levantó á los nacionales, salvándoles del poder de Napoleón”. [ J. Caveda y Nava y otros, 1989: 115].

Muchos de los que combatieron al francés lo hicieron en nombre de ciertos ideales liberales, en gran medida importados de la oleada revolucionaria que surgió en 1789. Pero no es menos cierto que muchos otros lo hicieron en nombre de una Tradición. Y esta Tradición no era de signo exclusivamente reaccionario, teocrático, absolutista, sino la tradición específicamente hispana –o ibérica- que arranca de la Alta Edad Media y que hasta su decadencia bajo los Austrias reivindica para los reinos hispanos una “Constitución Histórica” (Xovellanos), con sus propios fueros y libertades, como se deja ver en las provincias norteñas (Asturias, Navarra, Vascongadas) o en el espíritu liberal avant la lettre de los Comuneros de Castilla. La conducta de la Junta General del Principado en 1808 es muy significativa al respecto: una Revolución anti- napeoleónica en nombre de una ancestral tradición “constitucional” y una vieja legitimidad histórica.

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12 abril 2015 7 12 /04 /abril /2015 22:42
España y las Españas
España y las Españas

En algunas ocasiones emerge la cuestión de si, cuando decimos “España”, estamos diciendo lo mismo que en esas pocas ocasiones en las que seguimos recurriendo al viejo plural de “las Españas”. En ocasiones una palabra, polisémica, representa diversos significados; y otras veces un solo significado es representado por distintos vocablos, sinónimos.

El asunto tiene su enjundia, por no decir su gran interés. Sin sombra de duda, históricamente se ha dado un uso indistinto u oscilante de “España” y de “las Españas” para referirse a una y la misma realidad: la comunidad política que en un primer momento se identifica con el reino visigodo y que, con el decurso del tiempo, llegará a integrar territorios en ambos hemisferios (y que hoy está en estado latente). En ese sentido, si las crónicas llaman a Alfonso III de Asturias “Adefonsus Hispaniae rex” o “Hispaniae imperator” (rey/emperador de España), también se refieren a Sancho el Mayor de Navarra como “Sancius, Hispaniarum rex” (rey de las Españas).

Pero llega un momento en el que el término España, a partir de la edad moderna y más intensamente en la contemporánea, se vuelve polisémico. De manera que a partir de ahora sólo uno de los sentidos de la palabra “España” sigue siendo sinónimo estricto de “las Españas”.

Echemos la vista atrás: la invasión mahometana de España dio comienzo al período que conocemos como la reconquista. Como certeramente señala Sánchez Albornoz, el ideal de la recuperación de la unidad hispánica y visigótica perdida fue como la polar durante ese largo tiempo para todos los hispano-cristianos. Pero nos equivocaríamos de pleno si pensáramos que aquellos ocho siglos se limitaron a ser un prolongado paréntesis de esfuerzo agónico por revertir la injusta ocupación; si creyéramos que en aquel lapso el ideal hispánico no fue enriquecido o que permaneció “congelado”. Al contrario, las largas centurias de la reconquista fueron determinantemente fecundas: aportaron modulaciones que quedaron permanentemente incorporadas al ideal político hispano. Me limito aquí a señalar, entre ellas, la articulación de una comunidad política en su propia entraña multinacional,multicomunitaria y confederal. De hecho, si España ocupa en la historia un lugar excepcional entre las formas más perfectas de organización política ello se debe a que fue, en sí misma, una agrupación “internacional” (permítaseme el anacronismo), lo que dio pie a un orden político más universal y perfecto que el del Estado unitario y centralista. De modo genial y nunca después alcanzado por ninguna otra forma política, España integra enteros grupos humanos (desde el Franco-condado hasta los araucanos) no por vía de absorción sino por vía de finalización, de ordenación o, si se prefiere, de “coordinación”. Se entiende por qué, a partir de entonces, decir “España” entraña siempre significar “las Españas”, sin disyuntiva posible.

La tendencia racionalista de la modernidad operará en línea completamente contraria: la unión ha de operarse por homogeneización (lingüística, legal, pero también del “imaginario” colectivo). Ebrio de esas emanaciones europeas, el conde-duque de Olivares piensa ya –a la moda parisién– en una España una y homogénea, enemiga y alternativa de las plurales Españas.

Se aclara, pues, un malentendido. Decir “las Españas” nunca supone alternativa a decir “España”, salvo cuando por “España” se entienda ya una realidad abstracta y separada (por lo mismo necesariamente homogénea y unitaria), a la cual se venera al modo romántico, pero con la que no se tiene ya una relación de la parte con el todo, como sucede con la auténtica comunidad política.

Y al mismo tiempo se arroja luz sobre otro malentendido todavía más profundo y pernicioso: cuando unos y otros decimos “España”, podemos estar diciendo –de hecho estamos diciendo– cosas muy distintas. El no haber abordado el esclarecimiento de esta última confusión figura en el debe del pensamiento de tipo nacionalista español desde el siglo XIX, que ha incurrido en la ingenuidad de pensar que la mera invocación de “España” (del bien de España, de la salvación de España) bastaba para despertar una idea política compartida, cuando en realidad alimentaba latentemente esa confusión, si no directamente favorecía la implantación de una idea romántica, centralista y, desde 1812, liberal de España.

Quien establezca oposición entre “España” y “las Españas”, demonizando una u otra de esas formas igualmente legítimas, con seguridad va contra nuestra historia y, probablemente, evidencia una concepción ideológica y reductora de nuestra patria.


El brigante

fonte: Blog El Brigante

http://www.elbrigante.com/2013/04/espana-y-las-espanas.html

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5 marzo 2015 4 05 /03 /marzo /2015 11:40
Lla herencia identitaria ñacional del Reinu d'Asturies

Asturies tien el so aniciu ñun reinu medieval cristianu, como llu tienen bien de países europeos. Illo fai que llos asturianos actuales heredáremos una serie de símbolos identitarios ñacionales d'orixse relixsosu que provienen d'aquillos tiempos. Una simboloxsía que, actualmente, resalva llo meramente relixsoso pa convertise en daqué tresversal collo que s'identifiquen tanto creyentes como ñon creyentes.Vo esbillar de siguío dalgunos d’istos elementos simbólicos.

Lla Cruz de lla Victoria ye una cruz de maera de carbayu recubierta d'oru y pedrería ñel castiellu de Gauzón en tiempos d'Alfonso III. Cunta lla lleenda que fore lla que llevare Pelayu ña Batalla de Cuadonga, bierzu del Reinu Asturianu. Isa cruz ye lla que tenemos anguaño ña ñuesa bandera y ñel escudu. Con illa identifíquense lla mayoría de llos asturianos, creencies relixsoses a parte. A ñaide se-y ocurriría dicir, cuando ve a un grupu d'asturianos ondealla en tou tipu d'eventos, que tan faciendo demostración de lles sos creencies relixsoses. Evidentemente, ñon. Tán amosando que son asturianos y ñada más.


Lla Batalla de Cuadonga ye'l finxsu de partía del ñuesu reinu. D'aquilli fechu queden anguaño perafitaos ña mente de llos asturianos dos elementos. El sitiu xseográficu colla cueva y el cultu a lla Santina. Un cultu escurque entamáu ña época del propiu reinu, pos considérase que foi'l ñuesu rei Alfonso I el que fixso lla primer ilesia pa isti cultu marianu. Güe, llugar y virxse son símbolos collos que s'identifica una parte mayoritaria de lla ñuesa población. Como ñel casu de lla cruz, arreblaguen percima del carácter sólo relixsosu pa convertise ñutru aspectu tresversal de lla ñuesa simboloxsía ñacional asturiana. Como escribí va tiempu ayuri, si tolla xsente asturiano que tien en casa semeyes de lla cueva o de lla virxse ñilla veneraa foren unos fervorosos creyentes, habría que contruir milenta ilesies más per toa Asturies pa da-yos abellugu. Ñon me resisto a acabar isti párrafu ensin facer una observación postrera. Y illo ye que, mentes Cuadonga ta reconvertía pol cuadonguismu españolista ña "cuna d'España", ñon asocede llo mesmo colla Santina, que sigue siendo, única y esclusivamente, lla patrona d'Asturies. Curiosa contradicción.

Utru elementu que detaca dientro de lla ñuesa herencia identitaria ñacional ye ll'arte asturianu o prerrománicu. Lla mayoría d'illi constitúyenllu ilesies llevantaes ños tiempos del reinu de ñueso. Y, ñeto a llos exsemplos anteriores, son un elementu simbólicu tamién tresversal col que s'identifiquen tanto llos creyentes asturianos como llos que ñon llo son. Cuando apaez perdayures dalguna semeya d'una d'istes construcciones pa capiar al turista sobe llos tesoros culturales que pue atopar si ños visita, a ñaide ñon se-y ocurriría pensar que llo que se ta faciendo ye invitando a isi turismu a venir a rezar con ñós. En miániques que ñon.

En resumíes cuentes, tenemos ñ'Asturies una herencia identitaria ñacional perimportante heredaa del Reinu Asturianu. Una herencia que tresllumba llo meramente relixsoso pa trescender a gran parte de lla sociedá asturiana como símbolos ñacionales de so collos que s'identifiquen. Poro, cualquier planteamientu qu'inore istes cuestiones, desconoz dafechu lla idiosincrasia asturiana ñel planu identitariu.

Y pa pone-y el ramu a isti post vo facello con una observación final y una alvertencia:

Como ta sopelexsándose istos díes pelles redes sociales, ños últimos meses ta rescamplando lla trampa que per munchos años supunxso la inclusión de troyanos y infiltraos ñel asturianismu/ñacionalismu, desvirtuándollos y dexsándollos fechos una llaceria. Ún de llos llabores que fixsenon isos infiltraos foi'l de tratar de desaniciar isos elementos simbólicos identitarios qu'heredemos llos asturianos allá de llos tiempos. Insultanon lla ñuesa bandera calificando de "perendengues" a lles lletres alfa y omega de lla mesma. Tratanon de sustituir lla cruz por utros símbolos como lla foz y el martiellu comunistes. Puñanon escontra lla Santina y Cuadonga (y, de pasu, escontra tol Reinu Asturianu) refugándollos y faciendo burlla d'episodios como'l de lla muerte del rei Favila por un osu. Consideranon ll'arte asturianu cosa de cures que ñon diba con illos y, llos más dementes, lleganon a bromear plantegando volver a dinamitar lla Cámara Santa como ñel 34.

Pos sí. Anque'l llector pueda tar resfregando llos güeyos d'incredulidá, too isto pasó hasta ayeri mesmo ñel asturianismu/ñacionalismu. ¿Cómo mialma diba llograr facese un güecu como alternativa política ña sociedá asturiana?. Isa sociedá ñamás que llu podía ver como una tropiella de marcianos alloriaos. Cuando s'enumberen lles razones polles qu'isi asturianismu/ñacionalismu ñon foi a espoxsigar ña ñuesa sociedá, bien de xsente aveza a mirar pa utru llau ante istes cuestiones. Pos bien, yá bastó de xsugar al despiste. Afirmo y caltengo qu'una de lles razones principales polles que ñon llogró afayase pente'l ñuesu pueblu foi isa "estratexsa" bramente suicida pa colla ñuesa simboloxsía ñacional heredaa. Y, p'acabar, encamiento que si se quier llograr qu'alite un movimientu ñacionalista asturianu con tiez y posibilidaes de futuru ye un requisitu básicu y indispensable amosar un respetu escrupulosu y ensin sitiu ñengún pa ll'ambigüedá pa con tou isi bagaxse identitariu enagora bien allancáu anguaño ña idiosincrasia de lla sociedá asturiana. Respetallu, recuperallu pal discursu ñacionalista, difundillu y compartillu. Y tollo que ñon vaya ñisi sen, ñon va ser utra cosa qu'empobinar al precipiciu y ñon se querer enterar-ñunca meyor dicho- de lla misa lla media.

Blog El Cantar del Carru

(Lluis Muñiz Antuña)

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